LOJA.- Estima que solo en Santiago construyó aproximadamente 60 viviendas.
Aún conserva en sus manos curtidas por el sol y el viento los callos
acumulados por las largas jornadas de trabajo. Toda su vida laboró
construyendo casas de tapia en su tierra natal, Santiago, una parroquia
rural ubicada en el norte del cantón Loja, en la vía a Cuenca.
Constructor de viviendas
Juan Cueva, a sus 83 años, es un experto en la construcción de
viviendas con tapia (material compuesto de tierra arcillosa amasada). En
la actualidad ese material es escaso y casi en desuso, porque las
viviendas modernas se edifican sobre la base de ladrillo, bloque y
hierro.
Don Juan y su amigo Luis son los únicos especialistas en construir
con tapia que aún viven en Santiago, el resto de obreros de su época
fallecieron. Esta técnica de construcción de casas era la más común en
la parroquia, antes de que llegue la modernidad en la arquitectura.
Ahora es impensable construir con ese material antiguo porque ocupa
mucho espacio que el ladrillo o el bloque.
Con tierra y arena
Juan Cueva, cuyo rostro refleja el cansancio de los años trabajados,
recuerda que en su época de constructor utilizaba tierra y arena, que se
mezclaba con agua en un cajón de 1.50 m de alto por 3 m de largo, el
ancho era aproximadamente de 50 cm.
“Para la construcción de casas de tapia era necesario tener
tablones, varillones y pisones de madera, sin estos materiales no se
podía hacer nada. También teníamos que tomar en cuenta el tiempo ya que
la lluvia nos perjudicaba, razón por la cual se aprovechaba el verano
para la construcción de una casa”, acota.
Uno de los problemas mayores, aparte del temporal, comenta Juan, que
era el traslado del material. Los que tenían posibilidades lo
transportaban a través de acémilas; otros, en cambio, los cargaban sobre
sus hombros. La madera no siempre estaba disponible, para conseguirla
se tenía que caminar hacia los cerros que estaban distantes y eso sí era
complicado, indica.
Juan reconoce que era muy difícil levantar paredes de viviendas con
tapia, primero se armaba un cajón con los tablones en el lugar donde iba
a ser levantada la pared, luego se compactaba la mezcla de tierra capa
por capa. También era complicado cuando la casa era de dos pisos.
Primeramente, se ponían los pilares, las viguillas y las vigas. De la
misma manera se ubicaban los pilares del segundo piso y sobre los
canecillos se asentaba la tapia para continuar con las paredes. Para
preparar la madera se templaba un hilo que contenía tinta con el fin de
trazar la línea y luego se iba labrando el árbol con el hacha.
Unas 60 viviendas construidas
No recuerda con exactitud el número de casas construidas sobre la
base de tapia, pero estima que solo en Santiago suman un número
aproximado de 60. El salario que ganaba un obrero por golpear tapia era
de 10 sucres y como auxiliar de construcción percibía 5 sucres. Mientras
que el valor de una casa era de 2 millones de sucres, promedio.
El constructor de Santiago afirma que las casas construidas con
tapia eran muy resistentes porque la madera era de calidad, a diferencia
de ahora que esta clase de árboles ya no existen por la zona. “El
trabajo de tapialero era duro. Nos tocaba compactar la tierra con el
pisón de madera a puro pulso”.
Para preparar el terreno y trazar la casa se utilizaba la escuadra,
la plomada era para la tapia y el nivel para la armada. Antes se
contrataba para cada parte de la vivienda: techo, paredes, bases,
etcétera.
Un proceso
Para armar el techo se seguía todo un proceso. “Primero lo armábamos
con madera después lo cubríamos totalmente con carrizo o chincha y luego
lo amarrábamos con cabuya como si estuviéramos colocando duela en un
piso. Una vez todo listo tocaba colocar la teja. La mayoría de techos
era por contrato a un costo de 300 ó 400 sucres, dependía mucho del
tamaño de la casa”, resalta Juan Cueva.
Redacción de:
Luis Capa, Jerellyne Amores, María Galarza y Daniel Morocho, estudiantes de Comunicación de la Universidad Nacional de Loja.
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